Sobre mi piel yacen las caricias
que cada noche tapo con las sábanas,
duermen junto a mí como mañanas
robadas a la intemperie de los días.
Se extienden por mi cuerpo
y hacemos un pacto:
yo las guardo del olvido
ellas me protegen de la soledad.
Tienen el sueño profundo, pesado
hasta que amontonadas caen al corazón,
dejo que duerman un poco más
hoy se me ha parado el reloj.
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