31 ene 2014
MI GOBIERNO
El Gobierno
de mis días
ha decretado
que la ley
no está por encima
de ninguna hora
de rango menor
ni por encima
de ningún minuto
más o menos.
El Gobierno
de mis días
no cabe en una cámara
renuncia
a ser poder legislativo
declara que no hay normas
que regulen
sino que regalan
con su abolición
la libertad.
29 ene 2014
11 ene 2014
FUI MONJA
Yo fui monja.
Estuve en un convento durante un tiempo, haciendo
huesos de santo y magdalenas con anís.
Me levantaba muy temprano y rezaba todo lo que había
que rezar.
Confesaba mis pecados, pecados de monja, terribles
pecados, pensamientos muy impuros, luchas tremendas con el alma y el cuerpo,
este cuerpo intacto, puro como un manantial, leve y a punto de explotar
estrógenos.
Me confesaba con el párroco Manuel, un anciano que
se dormía mientras escuchaba mis insípidos pecados de monja.
Hasta que cambiaron de sacerdote. Trajeron a Juan, a
Juan de Crol, un cura nuevo, con oídos nuevos, con una mente limpia que no
recordaba nada, que borraba todo lo que se iba grabando y que posaba su mano
para calmar al mundo, esa fiera hambrienta de pecado.
Las monjas mayores desconfiaban de su aspecto, de su
manera de confesar; fuera del confesionario, en las escaleras del altar, en el
banco del parque, al lado del pequeño lago.
Me cogió la mano y la llevó a su crucifijo, siempre
sufriendo por nosotros.
Y empecé a confesarle pecados cada vez más grandes y
condenatorios.
Pero él
entendía, y absolvía y me devolvía la paz.
Me hablaba de una liberación a través de la palabra,
de una naturaleza cambiante y justa, de que toda imperfección era un símbolo de
singularidad y valor. Juan, el sacerdote
que no llevaba sotana.
¡Ha llegado el padre Juan! decían por el pasillo de
la cocina. Y yo hundía mis dedos en la masa, en la harina y elaboraba las más
caprichosas y dulces formas del amor. Lloraba y enriquecía la levadura.
Tenía
pensamientos confusos, como un río de pecado arrastrando las maderas de las
iglesias, los retablos, los púlpitos. Caían los ángeles de sus cúpulas y se
desprendían grandes trozos de cornisa del coro.
Hacíamos fila y paseábamos con él. A veces hacíamos
pecado fórum, en un círculo, denudábamos nuestra alma y descargábamos el peso
de la existencia, cautiva y ardiente.
Un día no vino más. Se lo llevaron para realizar un
curso de readoctrinamiento, en Roma. Apenas podíamos comer, paseábamos por los
lugares donde fuimos felices, al menos una vez a la semana, una vez en la vida.
Las monjas mayores sonreían y nos decían que ellas
ya habían pasado por eso.
Me fui en su busca. No volveré.
CARICIAS
Sobre mi piel yacen las caricias
que cada noche tapo con las sábanas,
duermen junto a mí como mañanas
robadas a la intemperie de los días.
Se extienden por mi cuerpo
y hacemos un pacto:
yo las guardo del olvido
ellas me protegen de la soledad.
Tienen el sueño profundo, pesado
hasta que amontonadas caen al corazón,
dejo que duerman un poco más
hoy se me ha parado el reloj.
POLVO ERES
Cuando vengas a verme al cementerio
hazlo de madrugada, para estar solos
y sigue mis instrucciones:
No me traigas flores de plástico
ni de las otras, no malgastes tu dinero.
Ven contenta, aunque sea por sustancias.
Quítate las bragas, si puede ser húmedas
y átalas a la
cruz o cualquier otro saliente que hayan puesto.
Acerca tus labios a mi lápida y dime:
"todas las noches haría el amor contigo,
maldito cabrón".
HUELLA LUNAR
No sé si Armstrong fue el primero en pisar la luna
(dopado de keroseno y estrellas)
pero el primero en poner sus ojos sobre ella
fue poeta
probablemente sin saber escribir
ni hablar
sin saber qué era un hombre.
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