22 jul 2014

DESAYUNO


¡Qué bien desayunan los de los trajes en los bares!
Llegan con sus corbatas y sus pantalones de pinzas y se sientan mientras ojean la prensa, deteniéndose en un artículo minúsculo, casi insignificante, imperceptible para el lector ligero y deportivo, donde pone:

"Alquilo vida de Zaragoza por 15 días en Oropesa, a 100 metros de la felicidad"
"Traspaso negocio sin vida, situación inmejorable"
"Dúplex, en pleno centro, venta económica por no podernos soportar"

Trajes que igualan la materia que contienen. La línea muy recta y frescos, de verano.
Hablan de seguros y comisiones, del último informe, del balance y la situación tensa.
El café humeante, el Donut de piedra, el zumo recién exprimido de naranjas del cuaternario.
Y el hombre del traje, sobreviviendo a la glaciación, refugiado en su caverna refrigerada, con un bote corporativo de bolígrafos pobres Bic y ricos Mont Blanc, un bote igualitario.
Hojas excel muy trabajadas, con subceldas y comentarios con llave
Llamadas constantes, apreciaciones, reuniones de estrategia.
El hombre del traje, perseguido por otros hombres con trajes más caros y con las líneas más rectas, más duras y más frescos.
El hombre del traje perseguido por los subdirectores y los encargados de planta.
El hombre del traje que fuma en los váteres, que comete el pecado de mirar ofertas de viaje, donde llevará a su manada una semana, para andar con sandalias sobre el mar.
El hombre del traje en una vitrina de los museos del futuro.

En Teruel hay más dinosaurios que hombres del traje.

Y al comedero de la barra que llegan otros pájaros de otros lugares, ruidosos, pensativos, postrados ante el confesionario de la máquina de café, con el pelo con un remolino nocturno, con el aspecto de conquistar Europa a desayunos.

La camarera, separada, con dos hijos que ha tenido que dejar con su madre, si es que ha venido de Bucarest o del pueblo, sonriendo al hombre del traje, y al pájaro mensajero, y a la balanza del juzgado. Conscientes de las miradas a su trasero, y retirando los primeros suicidios de los vasos.

Seres vertebrados por los huesos de las perchas, cosidos a destajo entre sótanos, bombillas encendidas veinticuatro horas, luz y taquígrafos de un largo testamento.

Desayuno entre especies autóctonas sin hablarnos, la educación ante todo.
Cuando puedas me cobras.

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