1 jun 2014

DESHABITADO



Solté la cuerda de las constantes vitales
abrí la mano para que cayeran las líneas de la vida
una vez leídas, dudaba de su información.

Estuve lejos de mí tanto tiempo
que tuvieron que empujarme para volver a entrar.
Había un silencio sentado en un sillón
y una ventana por la que hablaba el sol.
Colgaban del techo las lágrimas de una lámpara
latía la savia de la mesa del comedor
las paredes mantenían la simetría de un beso
y las esquinas se unían en un rincón.

Fui metiendo en cajas
todo aquello que quería conservar
y el fondo con el peso se quebró.

Todo lo que sabía de mí
no pasaba del recibidor.

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