Que no se acabe la alegría
de tu pozo interior
que cuando caiga en él
no esté seco
y no resbalen las paredes
que se apoyen en el borde
los que se citan
con la excusa de ir a beber
que se rompan los cántaros
una y otra vez
y me derrames
aquello que protege la oscuridad
que te dejen salir hoy puntual
con las primeras flores
que nacen entre las grietas
que nadie las corte sin mi permiso
ni las miren
más rato que yo.
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