28 abr 2014

CHAT

- Hola
- Hola, hacía tiempo que no hablábamos
- si
- ¿por qué?
- porque te quiero
. ¿como?
- porque te quiero, y no puedo decírtelo, no quiero decírtelo, y tengo que ejercitarme todos los días para callarme, permanecer en la distancia, simulando estar centrado en la rutina habitual, pasando por alto la especulación sobre qué podría haber sido, con todas las posibilidades del éxito y el fracaso, sujetadas por un nudo de tiempo.
- ¿pero qué me estás diciendo? ¿te estás riendo de mí?
- Son evidencias demasiado reales; puedes enterrar en el fondo de las entrañas el sentimiento, lo puedes quemar en la hoguera donde renace el espíritu, lo puedes maltratar ignorándolo, ofrecerle sustitutos, materia y viajes lejanos.
Pero vuelve a recordarte que está latente, que dar el paso es descifrar la negación, la imposibilidad y la ruptura.
O por el contrario abrir una óptica distinta, donde la foto ya no puede hacerse en automático, con una mezcla de temor y excitación, balbuceada por el hígado; los riñones; los pulmones; que te devuelve a una infancia desatada, incomprensiblemente madura, una espera de mil años resumida.

- oye, tú no estás bien ¿no?

Te agradezco que sigas hablando fingiendo que no entiendes. Quiero y no quiero llegar al final. Decírtelo me libera, me otorga a mí mismo valor. Me afirma que todavía soy capaz de decirlo y sentir ese temblor del riesgo, ésa inestabilidad herida, el luto por los amores muertos, el motivo por el que estoy aquí, la razón por la que nací y me fue concedida la vida, que no fue sino para amar.

Y ése amor fue cambiando de nombres, de cuerpos, de lugares. Ese amor se encontraba allí donde había me volvía a dar una oportunidad, donde no tenían cabida las excusas, donde la fuerza y el impulso, no se podía contener.

Es inagotable. Se acaba la vida antes que él. Y tras la vida, cuesta imaginar la eternidad sin amor.
Será entonces cuando la curiosidad me lleve a conocer, en qué punto debió darse la coincidencia, qué ciudad debí visitar, qué momento pudo transformar el recorrido.

- Pero tú ¿sabes lo que estás diciendo?

No puedo responder a tus preguntas. Sólo te estoy haciendo entrega, a través de las palabras, de algo que me pone en riesgo, me hace vulnerable, y quiero por fin recibir la herida; porque estoy preparado para vivir sin ti.
Es cierto que tengo momentos que estoy al límite, que merodeo tu barrio, que frecuento ciertos sitios; pero pasa el día, y la noche, y recupero mi destino. Lo acepto y lo voy cuidando.

Morir es no conocer el amor; y morir lentamente es saber que existe y no poderlo alcanzair.

- Creo que debemos dejar esto, no me está gustando. Te agradezco enormemente que haya despertado en tí cierto sentimiento, y te aprecio, pero no hay nada más que cariño, correspondencia.

- lo sé. Todo esto no lo digo para que me digas que sí hay algo, que ni siquiera yo sé lo que podría ser. Todo esto lo digo para que cuando me veas te sientas incómoda, e intentes evitar todos aquellos sitios donde podríamos coincidir, todos esos momentos que no nos llevan a ningún lado, toda esa destrucción que podría acumularse cada día, sin un plan de choque para rehabilitar las perdidas. Para que evites sonreírme y preguntarme educadamente obviedades. Para que definitivamente no haya otro modo de desaparecer que cierta inquina creciente, cierta sospecha de que soy mentiroso, oportunista. Alguien que trabaja para el lado oscuro del corazón.

- Bueno, tengo cosas que hacer, ya hablaremos otro día. Y por favor, no te dejes confundir. Todos atravesamos momentos. Cuídate.

La pantalla emitía el zumbido eléctrico. Bebí un vaso de agua y me concentré en cómo recorría mi interior. Respiré como si tuviera unos pulmones nuevos. Sentí esa humilde y profunda sensación, de cuando se hace el trabajo bien hecho.
Salí a pasear.
No, no salí a pasear, me rodeé de gente anónima, de nuevos seres, de un bosque de carne por el que no se atreve a penetrar el sol.

1 comentario:

  1. Juan no sé si ha sido coincidencia o no, pero esto que has escrito me acaba de pasar a mi en mi vida y parece como si lo hubieras contado lo que sentí. Yo también tuve que abrirme a una persona y después me sentí desahogada. Gracias por escribir cosas tan bonitas. Un saludo.

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